Los cambios y devoluciones son tradicionalmente un “punto de dolor” en el proceso de cualquier compra, ya sea física u online. Pero en este último caso, el proceso puede generar fricciones adicionales entre el cliente y la marca debido a que conlleva una complejidad logística adicional.
Según el Observatorio Cetelem, en 2021 un 36% de los compradores españoles realizaron alguna devolución, porcentaje aún mayor cuando lo adquirido fue moda, accesorios y equipamientos electrónicos.
La ley establece hasta 14 días como plazo mínimo para efectuar una devolución o cambio sin explicar el motivo de la devolución. La norma exige que se reintegre el importe pagado, incluidos los gastos de envío, pero no así los de cambio o devolución.
Muchas marcas asumen estos porque la promesa de “cambio o devolución sin coste” forma parte de su oferta. Una decisión que les puede suponer un importante problema logístico, financiero y que incluso puede convertirse en un momento crítico dentro de la experiencia de compra. Para gestionar correctamente esta importante parte del negocio de todo ecommerce, sobre todo del sector retail, hay que considerar, tanto específicamente como en conjunto, tres aspectos: la experiencia de cliente, su gestión financiera y la optimización de su logística.
Hoy en día la compra online se resuelve en pocos clicks con la mayoría de los retailers, sin embargo, los cambios y las devoluciones se vuelven, en demasiadas ocasiones, procesos complejos, que se dilatan en el tiempo y que exigen de una implicación del comprador más allá del entorno digital. Algo que choca abiertamente con su deseo de solucionarlo con la misma rapidez con la que se efectuó la adquisición.
Sin embargo, desde el momento de compra hasta el de recepción se suceden una serie de pasos ajenos a él que demoran el momento deseado hasta varios días. Una incertidumbre que se da también en los cambios y devoluciones, solicitándole el packaging original y no sabiendo cuándo recibirá el reintegro económico o acudirán a recogerle el producto. La solución a este tema pasa por generar una mayor certeza en el proceso, con opciones como la de programar el día en el que se va a producir la recogida e, incluso, determinando una franja horaria de 30 minutos.
Tenemos que ponérselo fácil, si no, es probable que nuestro cliente no vuelva a comprar más en nuestra tienda online. El 84% de ellos dicen que no volverían a hacerlo.
A su vez, los centros de distribución de última milla –como el modelo que promueve iF Lastmile- también se pueden configurar como punto de gestión integral del stock de la marca, realizando las comprobaciones pertinentes del estado del producto, para después prepararlo con su packaging original, sin que tenga que volver al principio de la cadena. Esto redunda en reducción de costes y mayor satisfacción del cliente, un objetivo permanente de todas las marcas.