Cada año, en la Unión Europea se producen más de 2.500 millones de toneladas de residuos. En el sector moda, en particular, este problema es evidente: cada europeo genera de media 15 kilos de desechos textiles al año. Además, este dato, arrojado por el informe Scaling textile recycling in Europe: turning waste into value, elaborado por McKinsey & Company, nos lleva a un escenario aún peor: el 65 % de estos residuos o se incineran o se transportan directamente a vertederos, con todo lo que ello implica.
En el cómputo total de los residuos textiles no sólo se contempla la ropa ya utilizada y, no siempre, deteriorada. Los artículos nuevos procedentes de las devoluciones están cada vez más presentes debido a dos factores de cambio en los hábitos de consumo de los consumidores:
Para la agenda de gobiernos de la mayoría de los países, la gestión de los residuos es un problema prioritario, pero no se debe afrontar sólo desde la esfera pública. Una de las líneas que puede dar respuesta a la situación es precisamente la economía circular, un nuevo paradigma de producción que cambia también la forma de entender el consumo en todos los sectores de actividad.
A grandes rasgos, la economía circular consiste en darle a un producto tantas utilidades como sea posible y alargar así su ciclo de vida. De esta forma, cuando un producto termina la vida útil para la que fue diseñado, sus materiales y componentes, en vez de convertirse en residuos, siguen presentes de otra forma en el círculo de la economía. Tal es su importancia –cada vez más evidente desde cualquier sector social–, que supone ya un 9,1% de la economía mundial, según la organización Circle Economy.
Este nuevo enfoque tiene mucha relevancia en el contexto de la moda. Cuando un artículo se devuelve, este, generalmente, pierde valor. Así, muchas prendas no pueden volver al canal de comercialización con su precio original, sin contar con todas aquellas que se pierden en el camino de vuelta o son robadas. Un nuevo paradigma en la logística inversa desde la perspectiva de la economía circular implica, como es evidente, poner en valor los productos que se devuelven.
Las regla de las tres R, clave para el futuro del sector textil.
En el sector textil, también aplica la regla de las tres R, un reto presente y futuro para abordar la cuestión de las devoluciones desde una perspectiva de sostenibilidad:
Muchas marcas ya disponen de outlets físicos u online donde ponen a la venta productos de segunda mano que antes simplemente habrían sido desechados. Más allá de los negocios que se dedican de pleno al recommerce, ya hay grandes marcas que han abierto su oferta a este tipo de productos. Un ejemplo de ello es Zalando, que cuenta con su propio apartado web donde venden artículos de segunda mano.
En moda, tal y como apuntan desde McKinsey, actualmente se recicla menos de un 1 % de los residuos textiles. De estos, se podrían recuperar fibras y componentes para elaborar prendas nuevas. Implantando sistemas de reciclaje de fibra a fibra la tasa del 1 % podría aumentar hasta el 50-80 % en el año 2030. En lo que concierne a la logística inversa, es importante intervenir los artículos que son devueltos e identificar qué se puede reutilizar y qué no, qué se puede reciclar y qué no, pero, sobre todo, hacerlo de forma rápida para ganar en eficiencia.
Dentro de este ciclo caben muchas otras R, entre las que los expertos destacan también los procesos de reparación, rediseño, recuperación o renovación. A este respecto, la legislación es cada vez más restrictiva. Más allá de los planes de economía circular que se han implantado desde Bruselas, la Unión Europea ha impuesto obligaciones a los Estados miembro como el establecimiento de planes de gestión y prevención de residuos o porcentajes obligados de reciclaje. Por ejemplo, para el año 2025 se tienen que reciclar al menos el 55 % de los residuos municipales en peso, una cifra que ascenderá con los años.
A través de la operativa y soluciones que proporciona la última milla, la logística inversa puede cumplir con los compromisos de eficiencia y economía circular que cada vez se exigen más desde las instituciones. Esto, como ya hemos apuntado en iF Lastmile, no sólo responde a una urgencia de sostenibilidad, que cada vez mira con mayor fijación hacia el sector textil, sino también a una cuestión de eficiencia para la economía de las marcas, que encuentran en las devoluciones y la gestión de residuos un reto que deben afrontar desde distintos ángulos con una solución coordinada e inteligente.